Ellos lo Vieron a su Manera. Yo lo Viví Así. Summercase 2006
SIGUR RÓS.
El concierto fue mínimo, escaso, pero no por ello plagado de poderosa intensidad.
La puesta en escena inicial recayó en el famoso velo insano mezclado con el humeante efecto visual de las luces, el láser y la mágica guitarra eléctrica tocada descomunalmente por el arco de violín.
La distorsión sonora creada por la mala calidad del recinto junto con una dudosa ecualización de los instrumentos que perforaban incesantemente mis tímpanos, no interfirió en la intercomunicación mística del mensaje cifrado que la banda intentaba transmitir a sus adeptos.
Ya que gente hubo pero no todos merecían estar allí, pues tampoco abundó el respeto que al grupo se debía, interrumpiendo constantemente los delicados desenlaces de las canciones con ovaciones y aplausos que en ese momento no venían a cuento.
Estuvimos rodeados de estrellas decadentes aupadas a hombros, dando vueltas alrededor de sus miserables mundos de anonimato. ¿A quien quieres engañar, pequeño perdedor?. No eras más que una ridícula mota de nada flotando en la inmensidad de la música.
De todas formas, me pude empapar de la mística que fluía en el éter cargado de humo. Los efectos de las drogas y el alcohol no fueron el principal camino del exceso, sólo un fácil atajo para tocar los momentos gloriosos con los que fuimos obsequiados.
Sobre el grupo decir que un espectáculo sin la eterna sonrisa de las chicas de Amina no hubiese sido un concierto de Sigur Rós, y este sí lo fue. Añadiremos a la formula un cuarteto ocasional de vientos, y todo se convirtió en espléndido. Todo múltiplos de 4. Como las cuerdas del bajo, que retumbando rítmicamente lograron introducirse con su baja frecuencia en lo más interior de mi ser.
Sonaron himnos que consiguieron la saturación sonora más allá de lo explicable hasta hacerme alcanzar el éxtasis en la oscuridad, en la soledad, la agradable oscuridad y soledad en la que me sumí por completo. Viví momentos de beatificante tormento e insano éxtasis rememorando etapas de mi deambular por la existencia, inmersas de delirante muerte y vida.
Vi a mi amigo imbuirse en una abstracción mental propia de su condición, viviendo momentos que únicamente él podría hacer comprender a un profano. Yo entendí el juego a la primera. Definitivamente me dejé llevar con los ojos abiertos en una ceguera apabullante producida por el delirio sonoro de la eterna canción de despedida, soñando que subía frenéticamente por una escalera de vaporosos peldaños, cubriendo distancias infinitas sobre el manto de las nubes y saltando a un vacío que me arropó en sus hipnóticos brazos de 5 minutos de duración de inmortal gozo, flotando indefinidamente sin ningún miedo a la caída.
Por fin, la definitiva despedida se nos brindó a los pocos elegidos que esperamos ansiosos el desfile teatral de agradecimientos calurosos tras la glacial e introvertida actuación del grupo islandés.
TAKK.
El concierto fue mínimo, escaso, pero no por ello plagado de poderosa intensidad.
La puesta en escena inicial recayó en el famoso velo insano mezclado con el humeante efecto visual de las luces, el láser y la mágica guitarra eléctrica tocada descomunalmente por el arco de violín.
La distorsión sonora creada por la mala calidad del recinto junto con una dudosa ecualización de los instrumentos que perforaban incesantemente mis tímpanos, no interfirió en la intercomunicación mística del mensaje cifrado que la banda intentaba transmitir a sus adeptos.
Ya que gente hubo pero no todos merecían estar allí, pues tampoco abundó el respeto que al grupo se debía, interrumpiendo constantemente los delicados desenlaces de las canciones con ovaciones y aplausos que en ese momento no venían a cuento.
Estuvimos rodeados de estrellas decadentes aupadas a hombros, dando vueltas alrededor de sus miserables mundos de anonimato. ¿A quien quieres engañar, pequeño perdedor?. No eras más que una ridícula mota de nada flotando en la inmensidad de la música.
De todas formas, me pude empapar de la mística que fluía en el éter cargado de humo. Los efectos de las drogas y el alcohol no fueron el principal camino del exceso, sólo un fácil atajo para tocar los momentos gloriosos con los que fuimos obsequiados.
Sobre el grupo decir que un espectáculo sin la eterna sonrisa de las chicas de Amina no hubiese sido un concierto de Sigur Rós, y este sí lo fue. Añadiremos a la formula un cuarteto ocasional de vientos, y todo se convirtió en espléndido. Todo múltiplos de 4. Como las cuerdas del bajo, que retumbando rítmicamente lograron introducirse con su baja frecuencia en lo más interior de mi ser.
Sonaron himnos que consiguieron la saturación sonora más allá de lo explicable hasta hacerme alcanzar el éxtasis en la oscuridad, en la soledad, la agradable oscuridad y soledad en la que me sumí por completo. Viví momentos de beatificante tormento e insano éxtasis rememorando etapas de mi deambular por la existencia, inmersas de delirante muerte y vida.
Vi a mi amigo imbuirse en una abstracción mental propia de su condición, viviendo momentos que únicamente él podría hacer comprender a un profano. Yo entendí el juego a la primera. Definitivamente me dejé llevar con los ojos abiertos en una ceguera apabullante producida por el delirio sonoro de la eterna canción de despedida, soñando que subía frenéticamente por una escalera de vaporosos peldaños, cubriendo distancias infinitas sobre el manto de las nubes y saltando a un vacío que me arropó en sus hipnóticos brazos de 5 minutos de duración de inmortal gozo, flotando indefinidamente sin ningún miedo a la caída.
Por fin, la definitiva despedida se nos brindó a los pocos elegidos que esperamos ansiosos el desfile teatral de agradecimientos calurosos tras la glacial e introvertida actuación del grupo islandés.
TAKK.
Etiquetas: Danzad malditos...
1 Comments:
"liberate tuteame ex inferis"
La proxima vez espero que tanto tu amigo el que se sumerge y tu os acordeis de otro amigo , al que le hubiese gustados sumergirse.
Casi al leer estas lineas me ha dado la sensación de estar alli... casi.
Gracias por compartir el momento mágico de la noche conmigo.
Jesus
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